Diario de un Misionero Tercera Parte

Fue el momento más impresionante que viví a lo largo de toda la semana, porque me di cuenta de que a los niños de escasos recursos les da un placer y una alegría ver que has llegado a convivir con ellos, me di cuenta que cuando quieres a alguien, se lo tienes que demostrar sin perder tiempo, porque puede llegar el día en el que ya no tengas a esa persona enfrente y en verdad lamentarías no haberle dicho que lo quieres. Aprende a decir “te quiero” , no vas a perder nada, al contrario, ganaras infinidad de cosas. No se puede explicar lo que sentí al recibir ese beso, un cariño, una ternura, una alegría indescriptible, ese beso podría llenar de ternura al mismo Adolph Hitler. Ni los pies hinchados, ni las uñas enterradas gracias a la larga caminata de 14 kilómetros me hizo olvidar ese momento tan feliz con ese niño, el cual necesitaba afecto y se notaba claramente, porque la mamá no le hacia mucho caso.
Ese día fue la celebración de la palabra en la capilla del pueblo, y mientras varios de mis fraternos la celebraban, otras dos fraternas y yo entreteníamos a los niños.
El lunes no fue tan larga la caminata, simplemente fue siguiendo un rió unos 4 kilómetros. Lo interesante de ese día fue la catequesis que le dimos a los niños del ejido, que eran más o menos como 20. Ese día los niños me pusieron un apodo: el comandante. No crean que es porque los trataba mal ni nada de eso, sino un niño, con el apodo Tito me lo dijo, porque me parecía al comandante de una caricatura, y pues me gusto porque ahora todos los niños me conocían como el comandante y no por mi nombre, a veces es mejor que no sepan como me llamo, es difícil de explicar.
Continuara....