Diario de un Misionero Quinta Parte

Les contare mi trágica historia del viernes. Salí de binas con Andrea, sin desayunar porque ya no estábamos con doña Cuca, y en la primera casa a la que fuimos nos ofrecieron café y galletas y al salir, una naranja. Después de una larga y desesperante conversación con unos evangelistas me empecé a sentir mal, un poco mareado y pocas nauseas, pero no le tome importancia. Ya en la última casa me sentía mucho peor, al salir no podía ni caminar, me senté en una piedra a intentar respirar. En eso, la doñita a la que acabamos de visitar salio con un caso de atole y un frasco de alcohol. Primero me puso alcohol en la nariz para olerlo, me puso peor, una migraña impresionante me rodeaba y unas nauseas peores. Después de obligarme a tomarle un trago al atole me sentí mucho peor y me quede dormido. Me desperté en el hospital de La Ascensión, el cual esta a una hora y media de distancia de donde estábamos, justo en el momento en el que me estaban subiendo a una silla de ruedas: al entrar al consultorio dije: “quiero devolver”, en el momento en el que me pusieron el bote de basura enfrente devolví mucho, la verdad me asuste porque nunca había devuelto tanto, y aparte no sabia donde estaba. Me empecé a sentir mejor pero la migraña todavía persistía y me sentía muy débil. El camino de regreso fue otros 90 minutos, los cuales se me hicieron eternos. Al llegar al cuarto donde estábamos me acosté y instantáneamente me quede dormido. Me despertaron para la oración y mis fraternos me obligaron a comer una manzana. Al día siguiente me sentía mucho mejor, pero al caminar hasta la primer casa me canse demasiado y el mareo otra vez comenzó, así que me regrese. Ese mismo día, para reparar mis daños, ofrecí la celebración de la palabra a todo el ejido, con todo y la homilía, la cual me salio muy bien.
Ese día en la noche aprendí a hacer elotes alados con don Samuel y a hacer tortillas de harina con doña Mode, la verdad ese último día me la pase muy bien.
Lo que mas me impresionó de estos dos ejidos es el hecho de que son mas de 70 personas y todos son familia. Recuerden una cosa estimados lectores, la familia rompe barreras, las familias son las que construyeron estos dos ejidos, la familia puede construir también un pueblo, una cuidad, un país, la familia puede construir un mundo entero; piénsalo, no desperdicies lo que tienes, disfrútalo al máximo, lo que mas tienes es familia así que, disfrútala, hazle un bien a ti y al mundo.